EUROPA PRESS-PALMA
La corrupción y la «mala» gestión del anterior Govern del PP han supuesto para las arcas autonómicas un expolio de 150 millones de euros, una cantidad astronómica que ha puesto entre las cuerdas al actual Ejecutivo a la hora de cuadrar los presupuestos, agravando la situación financiera de la comunidad y disparando la deuda para poder hacer frente al gasto público.
La gran mayoría de las obras de infraestructura ejecutadas por el anterior Govern se llevaron a cabo con una elevada desviación presupuestaria, que en algunos casos, como en el Palma Arena, es del 67'9 por ciento. El flamante velódromo se contrató por 47'7 millones de euros, mientras que su coste final ascendió a 78'6 millones, si bien la empresa constructora reclama al actual Ejecutivo 80 millones.
En una entrevista concedida a Europa Press, el conseller de Economia i Hisenda, Carles Manera, manifestó que lo grave de todo esto «no es sólo que el anterior Govern metiera la mano en la caja, sino que gestionó tan mal, con tanta desidia y con tanta frivolidad, que las consecuencias de dicha gestión nos han supuesto un gasto brutal a todos».
Corrupción y «pésima» gestión fueron de la mano en la pasada legislatura y el resultado son 150 millones de euros sustraídos o malgastados. Otro caso flagrante donde el coste final de las obras se disparó con respecto al montante previsto es el metro. Esta obra ha tenido un coste final un 67'3 por ciento superior del inicialmente asignado, y si se suman los 28 millones de euros que ha costado «arreglar las chapuzas» tras su inundación, el coste final es de 350 millones de euros.
Las carreteras que se ejecutaron en virtud de los convenios firmados con el Estado en 1998 y 2004 registran desviaciones presupuestarias de un 25'4 y un 172'7 por ciento, respectivamente. «El sobrecoste para el erario público es enorme», manifestó el titular de Economía, quien lamentó que en la pasada legislatura «hubiera tantas prisas por inaugurar».
La gestión que realizó la anterior Administración «además de frívola, sería inexplicable en una empresa privada», resaltó. Y si a ello se le suma «la corrupción strictu sensu, estaremos hablando de 80 ó 90 millones de euros más; sólo en operaciones ilícitas».
A grosso modo, desgranó Manera, la corrupción urdida a través de los casos Bitel, Turisme Jove y CDEIB ascienden a 1 millón, 6 y 7 millones de euros, respectivamente. «El Palma Arena todavía debe explotar, pero será brutal», exclamó. Esta obra «es un caso muy grave por cómo se hizo, por la chapuza que ha supuesto, por la enorme envergadura, y por las cuestiones oscuras que se puedan deducir», apostilló.
En su opinión, «no es posible que un conseller firme autorizaciones de crédito de 10 millones de euros y no sepa lo que está firmando». «Quizá me pasará por alto un menú de 30 euros, pero si debo autorizar una ampliación de crédito de varios millones de euros, no dude ni un segundo que lo estudiaré, por la cuenta que me trae».
«Lo que no es tolerable es argumentar que no se sabía nada», tesis que mantienen la generalidad de los ex consellers salpicados en casos de corrupción en la pasada legislatura que están siendo investigados por la Justicia. La principal imputada en el caso CDEIB, Antonia Ordinas, mantiene que su máximo jefe, el ex conseller Josep Joan Cardona, no sólo estaba al corriente de parte de la trama que está siendo investigada por la Justicia en la causa, sino que algunos movimientos fueron ordenados por él.
«Resulta difícil creer, aún respetando la presunción de inocencia, que el máximo responsable de una Conselleria, que mueve muchos millones de euros, y que firma ampliaciones de crédito para una empresa, desconociera lo que firmaba».
En el caso concreto del Palma Arena, toda la información que está apareciendo «están involucrando directamente a Jaume Matas». «Quizá él no tenía ni idea del CDEIB, pero en el proyecto del velódromo hay invocaciones claras a Matas», afirmó el conseller, recordando que varias personas han afirmado que recibieron «órdenes explícitas» del anterior presidente sobre cuestiones relacionadas con el Palma Arena», lo que evidencia que «alguna noción debía tener de lo que estaba pasando».