El presidente de los empresarios españoles, Gerardo Díaz Ferrán, no tuvo reparos esta pasada semana en leerle la cartilla a José Luis Rodríguez Zapatero porque, opina, las medidas del Gobierno para atajar la crisis han llegado «tarde, son poco eficaces y resultan insuficientes». Seguramente tiene razón el jefe de la patronal porque las empresas, igual que las familias, siguen esperando impacientes a que los bancos vuelvan a abrir el grifo del crédito que cerraron a consecuencia de la debacle financiera internacional.
La banca se defiende protegiendo los ahorros de los clientes que todavía confían en ella y empiezan a otorgar préstamos con cuentagotas y, desde luego, con mucho más seny que antes, cuando la alegría de dar dinero a diestro y siniestro nos ha conducido a todos a esta situación.
Pero es que Zapatero "al igual que casi todos los países desarrollados" se ha dedicado a dar dinero en grandísimas cantidades a esos mismos bancos precisamente para que desahoguen la asfixia que viven las empresas y algunas familias. Sin embargo, no parece bastar. La banca sigue frenando y, mientras desde el Banco Central Europeo, los tipos oficiales de interés han caído hasta un atractivo 2'5 por ciento, el Euríbor y los tipos que aplica la banca siguen muy por encima, bajando a un ritmo desesperantemente lento.
Es lógico que los bancos se guarden las espaldas, pero no debemos olvidar que esta crisis es obra y gracia suya y deberían ser ellos los primeros en arrimar el hombro para intentar salir adelante. Claro que ahora no estaríamos todos tan asfixiados si no nos hubiéramos acostumbrado a vivir a base de crédito como ha ocurrido durante años. Ahora toca volver a la realidad.