La Ley de Enjuiciamiento lo menciona de forma expresa, y el propio protocolo policial supone que, en la medida de lo posible, la detención de los ciudadanos se lleve a cabo con discreción máxima. No pocas veces el sujeto de un arresto está controlado en su hábito y horario de llevar a sus hijos al colegio, y sin embargo los agentes esperarán a que esté solo y fuera del recinto.
«El asunto es desagradable para todos -explica un agente con muchos años de servicio-, y lo que no tendría sentido es proceder de manera humillante. Es un trámite para el esclarecimiento de una conducta, y ponerse 'televisivos' con la detención sería de todo menos una conducta meritoria en lo profesional».
Sea donde fuere, al detenido se le informa de su privación de libertad y el motivo para ello, cuyo origen puede estar en la investigación policial preliminar o en el mandamiento de un juez o un fiscal por ilícito sobre el que ya puede haberse formulado querella.
Entre los «casos mediáticos» de los últimos 24 meses en Mallorca por presunta malversación de caudales públicos, el ex alcalde de Andratx fue detenido en su despacho municipal de buena mañana cuando no esperaba una acción tan contundente del Ministerio Público, mientras Antònia Ordinas, la ex gerente del CDEIB, no tenía serias dudas de que iba a ser arrestada, a salvo de la fecha.
Sobre el papel, toda persona a la que se comunica su detención fuera de las oficinas policiales ha de ser conducido con las esposas a la espalda.
Las antiguas rejas han sido sustituidas por puertas blindadas con una escotilla y las paredes están cubiertas de cal blanca. Antes de ser encerrados, a los detenidos se les despoja del cinturón y el calzado para evitar posibles autolesiones. Se les acompaña al baño cuando lo piden. En el interior de la celda no hay ningún tipo de mobiliario, un saliente de la pared sirve de asiento y cama, y las pintadas son la única decoración, junto con una manta.
En la práctica esa forma de conducción tiene matices, entre ellos la edad de la persona o problemas físicos evidentes. No hay excepciones, en cambio, por la profesión del arrestado. Cuando fue detenido el jefe de la brigada de Atracos del CNP en Mallorca, el inspector José Gómez «Pepote», la duda fue quién le colocaría los grilletes -no hubo voluntarios-, pero el trámite se cumplió.
En dependencias policiales, los arrestados reciben un documento en el que «se procede a poner en conocimiento del epigrafiado que ha sido detenido por...». Ciertamente el motivo ha de ser expresado con brevedad pues el formulario reserva para tal fin exactamente media línea.
Los derechos también aparecen por escrito: no declarar si no quiere; no declarar contra sí mismo y no confesarse culpable; no contestar a alguna o varias de las preguntas que se le formulen, o que sólo declarará ante el juez.
Los detenidos también son informados de que en las diligencias que se practiquen pueden ser asistidos por el abogado que designen o que se le proporcione de oficio, y a ser reconocidos por el médico forense u otro facultativo que precisen las circunstancias.