Durante décadas el viaje por mar entre Palma y Barcelona solamente se planteaba en clave nocturna. Era la única vía.
Desde los tiempos del vapor a las modernas motonaves fue la forma secular de viaje para los mallorquines que elegían desplazarse a la Ciudad Condal en barco. En 1996 esta línea fue cancelada en favor de la de horario diurno. Con el propósito de experimentar en vivo este afortunado revival en clave actual, accedimos a bordo del Sorolla, un superferry nacido en los astilleros de Vigo con el nuevo milenio, ahora al mando del capitán Francisco Campoy, y destinado a tomar el relevo a sus antecesores en la naviera, cuya imagen nostálgica aparece ahora en una larga colección de fotos en la veranda con sofás semicirculares.
Son las diez de la noche y, ya instalados a bordo, podemos optar por una opípara cena en el autoservicio o en el selecto comedor a la carta cuyas especialidades para gourmet degustamos en compañía de Remedios Hinojosa, la sobrecargo, quien, además, posee la titulación de capitán, única en la compañía y pionera a nivel nacional. Una distinción que contrasta con su natural sencillez.
Los pasajeros disponen también de atención médica a cargo de la doctora María Teresa Luna. Además, el buque cuenta con una animada discoteca, cervecería, cine y piscina. Un trayecto que en un sueño nos lleva al mismo centro de la capital catalana.
lGabriel Alomar
(texto y fotos)