sther Morales y Alejandro Sánchez viajaban ayer a Barcelona tras haber recibido anteanoche, junto con los deportistas paralímpicos de Balears, el reconocimiento del Corvejón, en un entrañable acto que tuvo lugar en el Pueblo Español de Palma.
Ambos son nadadores y residen en Palma. Ella nació en Catalunya y él en Salamanca, pero desde hace unos años ambos residen en Palma. Ella, hasta que comenzó a prepararse para las Olimpiadas de Beijing, trabajaba en una productora, «a la que volveré a llamar a su puerta por si siguen contando conmigo». Él estudia Filosofía en la Universitat de les Illes Balears.
Ambos son novios desde hace año y medio, «cuando él entró a formar parte del equipo de natación», señala Esther. ¿Planes de boda? Los hay. Claro, pero no por ahora. «Somos demasiado jóvenes», apunta la medalla de bronce en 100 espaldas.
En cuanto a sus respectivas participaciones en Olimpiadas, ella le lleva ventaja a él. Esther ya ha estado en las tres últimas. «La primera vez que acudí estuve en seis finales; en la segunda, alcancé dos bronces, en 100 espalda y 50 libres; en la tercera, también he hecho bronce, en 100 espalda». Alejandro sólo ha estado en la de China, donde ha conseguido el bronce en braza. Que no está mal por ser la primera vez.
Nos cuenta Esther que los juegos paralímpicos de este año nada tienen que ver con los anteriores. «Son más duros, hay mayor competencia, mayor competitividad. Antes entrenabas un par de horas cada día y era suficiente; ahora tienes que trabajar muchas horas. Por ejemplo, si hubiera acudido a Pekín con la marca de Atenas, no me habría clasificado para la final», afirma.
Pedro Prieto