Estamos, como parece evidente, ante una situación excepcional, que requiere de medidas excepcionales. En esta dirección van encaminadas las medidas que el Eurogrupo presentará a los Veintisiete en las que se contempla la capitalización pública de los bancos que presenten problemas y garantizar los préstamos interbancarios, hoy por hoy limitados por mor de la desconfianza de las entidades financieras. Eso sí, el peso de estas actuaciones deberá medirse para evitar cargar un sobrepeso sobre las espaldas de los contribuyentes y, tras una reestructuración, deberán ser los accionistas y directivos quienes asuman el coste. Se trata, en suma, de algo muy similar a lo que hasta el momento ha hecho el Gobierno británico del laborista Gordon Brown.
Es evidente que España presenta problemas propios por lo que hace al mercado laboral y al tejido productivo, excesivamente dependiente durante años del sector de la construcción. Pero no nos hallamos ante una crisis nacional, sino global, que requiere de medidas globales y conjuntas, encaminadas a devolver la confianza a los mercados y dinamizarlos. En este sentido, es positivo que el Banco Central Europeo (BCE) rebajara los tipos medio punto hace unos días, aunque como piden los líderes de la eurozona, debe seguir vigilante y ser flexible ante una situación inusual.
Ante todo esto, es esperanzador que la cumbre de París adopte una postura conjunta, si bien es cierto que no caben muchas variaciones ya que nos hallamos ante un peligroso límite que requiere de todos los esfuerzos posibles por poner orden en un caos que avanzó con fuerza como si de un 'tsunami' se tratara desde aquella crisis de las llamadas 'hipotecas subprime' de los Estados Unidos.