El comienzo del curso de la enseñanza Infantil, Primaria y Secundaria en Balears se ha desarrollado, en términos generales, en un clima general de normalidad aunque ello no signifique se que mantengan puntos en los que se pone de manifiesto la improvisación de la Administración, en este caso de la Conselleria d'Educació i Cultura. Aunque pueda considerarse una anécdota en el conjunto de la población escolar, resulta inadmisible que sigan existiendo aulas que son auténticos barracones metálicos instalados en plena vía pública o institutos en los que los alumnos tienen que regresar a sus casas debido a que no hay sillas y mesas. No se trata de descalificar el conjunto de la labor preparatoria realizada por la Conselleria, pero no es menos cierto que resulta incomprensible que sigan manteniéndose curso tras curso deficiencias que exasperan a los padres.
Este curso, que los Reyes inauguran mañana de manera oficial con una visita a dos colegios públicos en Menorca, está caracterizado por una estabilización, en términos globales, de la población escolar. Una buena noticia para los gestores de la Conselleria d'Educació, los cuales no se verán obligados a trabajar para atender una demanda creciente y muy por encima de las previsiones como consecuencia de la presión derivada del fenómeno de la inmigración.
Aunque sea un problema que afecta de una manera muy especial a Palma y el resto de núcleos importantes de todas las Islas, el comienzo del curso escolar ha repetido la situación de colapso circulatorio ya tradicional sin que se vislumbren cambios o medidas para reducir el impacto en la red viaria. Sigue resultando paradójico que el transporte colectivo no esté presente de un modo preeminente en los accesos a los centros escolares. Junto con la promoción de los carriles bici, también sería bueno apoyar el transporte escolar y generalizar su uso.