Después de 30 años de su inauguración, en julio de 1972, la histórica Terminal B, popularmente conocida como la terminal chárter, dejará de existir físicamente en dos meses, que será el plazo que durará su derribo.
El director del aeropuerto, Nemesio Suárez, calificaba ayer el momento de histórico por muchos aspectos. «Estamos viviendo un momento nostálgico para el mundo de la aviación y los profesionales del aeropuerto, porque la Terminal B fue un referente mundial y permitió consolidar un modelo de gestión aeroportuario modélico», señalaba frente a la terminal a los medios de comunicación, mientras la empresa adjudicataria de estas obras realizaba su labor.
Con el derribo de esta histórica terminal, AENA-Palma inicia una nueva etapa en el aeropuerto palmesano, que culminará en los próximos cuatro años con una inversión global de 300 millones de euros. Nemesio Suárez, respecto al derribo de la Terminal B, apuntó que su construcción «fue una solución práctica y creativa para un perfil de tráfico, ya que solventó perfectamente todo lo relacionado con la desestacionalización, al quedar saturada durante los meses estivales la antigua Terminal A. Fue una solución brillante alabada por todo el sector turístico».
La nostalgia a la que se refiere el director del aeropuerto es más que manifiesta si se echa mano de la hemeroteca y libros de aviación.
Así, en los mismos se especifica que el desarrollo del turismo y el consiguiente crecimiento del tráfico chárter durante la década de los sesenta llegó a ser un problema común en los aeropuertos turísticos, de ahí que el Ministerio del Aire decidiera realizar el diseño de una «Estación Modular para el Tráfico No Regular» común para todos ellos.
Tanta aceptación tuvo este proyecto de configuración modular, que se decidió su construcción en Son Sant Joan, así como en Málaga, Alicante Gerona y Eivissa.
En el caso de Palma, la construcción de esta módulo fue adjudicado a Dragados y Construcciones por un importe de 216 millones de pesetas, aunque su coste final alcanzó los 320 millones de pesetas. Para ello se emplearon 14.000 metros cuadrados de hormigón y más de un millón de kilos de acero. La zona de salidas tenía diez mostradores de facturación.
Esta Terminal B fue durante varias ediciones el lugar donde se celebró la feria Tecnoturística, siendo, además, punto de referencia y encuentro para millones de turistas durante los treinta años que estuvo operativa, ya que AENA decidió su cierre en el año 2002, al dejarse de programar vuelos.