Todo empieza con la caída del sol en la bahía de Sant Antoni. Y la masa turística lo sabe. Llegamos a esta zona el miércoles, cuando faltaban pocos minutos para que el sol se escondiera tras la línea del horizonte. La zona donde se concentran lugares tan míticos como Café del Mar o Café Mambo está llena de personas ávidas de contemplar el ritual mágico. A un lado podemos ver unos chicos grabando con su cámara de vídeo. A otro, una pareja de enamorados se besan, mientras un grupo que se encuentra cerca de ellos beben cerveza y toman fotografías del sol, que tiene cada vez más un color anaranjado.
Los minutos pasan y el bullicio general de toda la bahía se entremezcla con la música de los bares. El momento mágico llega cuando el sol se esconde completamente y la masa de personas rompe al unísono en un grandioso aplauso que dura varios minutos. Tras la cena decidimos acercarnos a la zona del West End, concretamente a la calle Santa Agnès, la arteria principal de esta zona de marcha nocturna. Allí, los bares frecuentados habitualmente por ingleses se mezclan con algunos donde es más habitual encontrar sólo gente española, como el Casanova o La Noche.
Los pasacalles de las discotecas se funden en la calle Santa Agnès con los grupos de amigos que ya a las 23'00 horas están algo más que contentos. Cerca de medianoche partimos hacia la zona del puerto de Eivissa, uno de los lugares que cualquier visitante o residente no puede obviar si quiere una auténtica noche de fiesta loca.
En las más recónditas callejuelas se puede encontrar desde unos músicos que intentan sacar algunos eurillos para la noche hasta la caperucita travesti de la fiesta La Troya, aunque lo que realmente abunda en toda la zona del puerto son los repartidores de descuentos de entradas de discotecas, pues cada tres o cuatro pasos había uno. Comprobado. «La noche va floja; la verdad es que es muy complicado vender tickets de descuento», explica Vania Rubio, que se dedica a repartir este tipo de reducciones al principio de la zona del puerto.
Cerca de las 01'30 horas decidimos emprender el camino hacia Space, una de las discotecas más importantes de la isla que alberga todos los miércoles la fiesta de La Troya. Una vez en la cola de entrada, varias personas intentaron utilizar varios pretextos para intentar pasar sin pagar, pero siempre sin éxito.
En esta ocasión, el tema elegido para la fiesta fue el psiquiátrico. Con el paso de las horas, el ambiente de la sala principal fue creciendo al ritmo de la música que pinchaba los DJs Oliver, Javi Muñoz, Java y Oscar Colorado porque se aproximaba la hora en que apareciera en el escenario La Troya. «Buenas noches Ibiza. Esta noche es para todos los locos; nos vamos al psiquiátrico. Ibiza es música. Ibiza no es droga. Ibiza es La Troya», tras estas frases se desató la auténtica locura entre los clubbers.
Poco después llegamos a Amnesia, donde se desarrollan todos los miércoles las fiestas Made In Italy y La Espuma, que también tiene lugar los domingos. Allí la masa de cuerpos sudorosos y bailones se refrescó con la espuma que los cañones lanzaron al ritmo de la música Mar-T, Les Schmitz, mientras en la terraza Josh Wink y Ricky Montanari hacían mover los cuerpos a los italianos que allí se congregaron. Con un gran dolor de pies, pero con la satisfacción del deber cumplido y después de haber pasado una de las noches más desenfrenadas de nuestra vida regresamos a nuestros hogares.