El pabellón de Balears en la Expo de Zaragoza se inauguró ayer con el agua como principal pretexto. Las Islas presentan en la feria un espacio diseñado por el arquitecto Vicenç Mulet, situado entre las muestras de catalanes y valencianos, que consta de dos salas de pequeñas dimensiones en las que se proyectan montajes audiovisuales. En la primera se repasa la historia del agua en Balears desde la prehistoria hasta nuestros días. En la segunda, los espectadores deben alzar la vista para contemplar imágenes idílicas que se iluminan sobre sus cabezas en una sala cilíndrica. La música de Joan Valent da ritmo a las presentaciones.
Unos tubos que desprenden aromas de las Islas conforman la entrada al recinto que acaba con un stand informativo. «Es un pabellón muy dedicado a los sentidos», explicó Marina López-Jurado, quien trabajará durante los tres meses en Zaragoza. La directora del pabellón balear, Eva Candela, mantuvo que «nuestro trabajo es mantener el espacio vivo, atender a la gente e intentar que la imagen de las Islas se publicite», y añadió que «es un lugar muy conceptual y en apariencia sencillo porque no se quiere ostentar». La huelga de transportistas y una organización nefasta impidió que los folletos informativos llegaran el primer día al stand. Dos de las cuatro azafatas tampoco pudieron acceder al recinto, ya que la espera para acreditarse superaba las cuatro horas en una larga cola bajo un sol de justicia.
La zona de restaurantes de la Expo está dividida por comunidades. En el chiringuito de Balears se ofrece sobrasada, ensaimada, queso de Maó, tostada de Formentera, vinos y aceites.