Tras más de 30 años en funcionamiento, el vertedero de Son Reus afronta esta semana sus últimos días en activo. Las nuevas normativas, y las nuevas preocupaciones medioambientales, han sido las causantes del cierre de la instalación, que en la actualidad había alcanzado los 35 metros de altura. En breve, Emaya echará el cierre y empezará a utilizar un nuevo vertedero, llamado de cola. Se trata de una solución puntual hasta que se construyan las dos nuevas líneas de la planta incineradora, un trabajo que puede llevar de dos a tres años.
El nuevo recinto, que tiene forma de vaso y que está situado a tres metros por debajo del nivel del mar, gestionará cada año unas 200.000 toneladas de residuos procedentes de Palma y de la Part Forana. Su construcción recayó en el Consell de Mallorca, quien ha cedido la explotación a Emaya. Las obras de construcción han durado unos ocho meses.
Una de las principales novedades del vertedero de cola es que la basura se irá colocando mediante capas, que se irán tapando con otras capas de escorias y compost. De esta manera, y como asegura Guillem Riera, director insular de Gestió de Residus, «se eliminarán los olores porque los residuos no estarán en superficie y, por tanto, las gaviotas». Como afirma Riera, se pasará de «un modelo de alta densidad donde todos los residuos se amontonaban a otro de vasos, en los que se irán llenando zonas concretas». El vertedero, con una capacidad de 80.000 metros cúbicos, sólo aceptará un 30 por ciento de materia orgánica. El resto tendrá que «o incinerarse o reciclarse», en palabras de Riera.
Sin embargo, ¿qué pasará ahora con el antiguo vertedero de Son Reus? Tendrá que restaurarse, es decir, darle otro uso. El plan para su recuperación empezará con la desgasificación, con la que se eliminará el gas acumulado con el paso de los años. Esta operación llevará como máximo 30 años. El gas, que se canalizará, se aprovechará como combustible.
Simultáneamente, el vertedero se irá cubriendo con varias capas de tierra y compost que se reforestará con árboles autóctonos. El objetivo es que en uno o dos años haya un nuevo bosque. Más adelante, la zona podría acoger algún tipo de instalaciones que, de momento, Emaya está estudiando.
La clausura de Son Reus se enmarca dentro de un Plan Director que marca 2011 como el año en el que se debe conseguir vertido cero, lo que implicará que ningún residuo deberá ir a ningún vertedero. El reciclaje y la incineración tendrán que ser las dos únicas vías para gestionar la basura que se genere en Mallorca.
Catalina Julve, consellera insular de Medi Ambient, recordó que con el cierre de Son Reus «se elimina una fuente de emisión de toxinas muy importante». Una idea que también apuntó Guillem Riera, quien remarcó que dejarán de emitirse a la atmósfera «millones de toneladas de gas metano al año».