El sorprendente abandono de la ponencia política del próximo congreso nacional del Partido Popular por parte de la dirigente vasca María San Gil, en desacuerdo con la nueva estrategia que se quiere imponer en la formación conservadora, ha abierto un nuevo y delicado frente a Mariano Rajoy. La postura de San Gil cuenta con el apoyo de algunas figuras notables, como son las de Esperanza Aguirre o Gustavo de Arístegui, o de un personaje tan significativo como la mujer del ex presidente Aznar, Ana Botella.
El portazo de María San Gil se une a los que han dado en las últimas semanas Eduardo Zaplana o Àngel Acebes, políticos que tuvieron un papel destacado durante la anterior legislatura y que, ahora, han optado por el desaire a Rajoy ante el cambio de posicionamiento político que se pretende implantar en el Partido Popular para poder acceder al espacio ideológico del centro. Está claro que la unidad del PP es más ficticia que real y que en un interior fluyen corrientes con planteamientos divergentes, en especial en lo que se refiere a las relaciones con los nacionalistas.
La nómina de políticos que se sienten agraviados por Mariano Rajoy está creciendo "incluso con personas como San Gil, de gran prestigio por su valentía en el País Vasco", circunstancia que plantea dudas respecto a la capacidad del líder conservador para mantener firme el timón del partido hasta la finalización del congreso de junio. Es cierto que, por el momento, no ha surgido una alternativa que sea capaz de aglutinar este descontento al que no le faltan altavoces mediáticos "de la propia órbita conservadora" más interesados en cuestionar el liderazgo de Rajoy que en favorecer el debate de ideas.
Más allá del protagonismo de unos dirigentes, lo que debe dirimirse en el próximo congreso es si el PP quiere seguir mantenerse en los postulados del aznarismo o si quiere evolucionar hacia unos posicionamientos más moderados.