Es una perogrullada decir que los empresarios son los máximos encargados de la creación de empleo y por eso es importante tomar el pulso al empresariado ante esta complicada coyuntura económica que estamos viviendo. Nunca es bueno crear pánico entre la población, que repliega sus gastos ante el temor que provocan las proclamas más catastrofistas. El presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, augura que el número de parados en España aumentará entre 600.000 y 800.000 personas en el periodo 2008-2009, cifra que se moderará en los dos ejercicios siguientes, a su entender.
Pese a lo negativo del dato, no se muestra particularmente pesimista, lo cual es una excelente noticia. Cree que la previsión de crecimiento hecha por el FMI, que la recorta hasta el 1'8 por ciento este año, se queda muy corta, pero aprovecha la ocasión para pedir nuevamente mayor flexibilidad en el mercado de trabajo, es decir, más facilidades para despedir a los empleados. Cree Gerardo Díaz que «todos los puestos de trabajo son temporales» y reivindica la necesidad del empresario de poder «contratar con alegría», a sabiendas de que después resultará cómodo despedir a quien ha contratado.
Es una vieja demanda de la patronal que los distintos gobiernos que han dirigido este país en las últimas décadas han ido abordando con más o menos timidez. En tiempos de desaceleración, cuando la gente está hipotecada y se anuncian tormentas económicas, no es el mejor momento para pedir el despido libre. Sabemos que sin empresarios no habría empleo, pero tampoco se puede dejar al trabajador en la más absoluta incertidumbre sobre la duración o calidad de su empleo. El diálogo social vuelve a ser necesario, más que nunca en esta difícil situación.