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El hombre que atrajo la mirada del ojo público

El 'caso' Rodrigo De Santos acaparó la atención de los medios, desconcertó a sus allegados y mantiene vivas las repercusiones políticas para el PP

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Francisco Barrasa
«Nadie tiene derecho a juzgar la vida privada de un político; ni yo ni ningún medio de comunicación». Así resumió en 2004 Rodrigo de Santos su parecer sobre un compañero de responsabilidades en Cort, condenado por no pagar la pensión alimenticia a sus hijos. «Se le debe juzgar sólo por su gestión», puntualizó con energía.

Unos años después, la mañana del 13 de marzo de 2008, la traca le estalló en pleno rostro al ex concejal de Urbanismo de Palma al conocerse por este medio de comunicación que él había gastado decenas de miles de euros para cuestiones de su vida privada... pero con cargo al erario público.

Acostumbrada a salir a la calle cada mañana tras haber recibido su dosis radiofónica del comunicador Jiménez Losantos según la cual todos los males del país suelen ser ajenos a las gentes del PP, la ex alcaldesa Catalina Cirer supo que ese día no iba a ser el de su mayor popularidad en la Isla pero acabó ante los periodistas.

Dijo sentirse «engañada» por su colaborador y admitió que habían fallado «los mecanismos de control» de Cort, o sea, los que competen a quien asume la vara de mando de la ciudad. Según varios dirigentes locales de su partido, el escándalo de Rodrigo de Santos «tumbará por elevación a la que no era su madre, pero sí su jefa». Según esas fuentes, en pleno proceso de renovación de los 'populares' en Palma, incluso quien ya no figuraba en las listas puede provocar daños colaterales a quienes se mantenían a la espera.

El viernes 14 de marzo, Javier Rodrigo de Santos abandona Mallorca tras devolver a Cort lo que considera que debe. Todo apunta a que no volverá a residir en la Isla -de la que «quedó prendado» en su juventud y en la que se empadronó en 1991-, salvo para las comparecencias judiciales que le esperan en los próximos meses.

Soprendido por la prensa al llegar a Madrid, acierta a pedir «perdón» y a reclamar que «se luche contra la droga». No muy lejos del aeropuerto, en la sede del PP de la calle Génova, se trabaja con un calendario típicamente español que atenúa momentos difíciles en política. «La Semana Santa es un paréntesis amplio -confiesa un cercano colaborador de Rajoy-, y tras ella se hablará de las quinielas del próximo Gobierno de Zapatero más que de escándalos en otras casas; dentro de lo que cabe, esta vez hemos tenido algo de suerte».

La publicación de imágenes del ex presidente de la EMOP en una casa de citas masculinas de Palma, con declaraciones de chaperos que dan detalle de sus actividades en aquellos ámbitos, dan continuidad al caso el Domingo de Ramos. La presidenta del PP, Rosa Estaràs, ya había calificado horas antes los hechos como «un golpe» y reclamado que quien juega fuera de las reglas de la democracia debe abandonar el sistema, pero está claro que ya existe una estrategia para que Javier Rodrigo de Santos no marque la agenda de los 'populares' durante mucho más tiempo.

Con el protagonista del escándalo ya fuera de foco en Mallorca, Estarás ya habla de una profunda renovación del partido por la vía de «abrir puertas y que entre gente nueva», y poco a poco se aviene a hablar de la precipitada marcha de Jaume Matas tras las elecciones regionales de 2007, sin ocultar que aquello no hizo un gran favor al partido cara a las generales recién editadas.

«Hay una foto que quizá no ha llamado la atención pero que se diría un paradigma de lo mucho que enseñan las hemerotecas», señala un destacado militante del PP mallorquín que ya se entiende sobrepasado por el «aire fresco». Se refiere a la publicada por este periódico el pasado martes, en la que hacen funcionar el día de su inauguración las fuentes del Parque de Ses Estacions -con la mejor de sus sonrisas-, Matas, Rodrigo de Santos, Cirer y Estaràs. En la instantánea los rostros de los protagonistas se reflejan en el metal del suelo, y en el texto la presidenta 'popular' aboga porque «la clase política sea el espejo en el que se mire la gente».

Ni amigos, ni compañeros de partido ni adversarios de Rodrigo de Santos durante su paso por la política se explican a día de hoy cómo pudo dejar todas y tan evidentes las pistas al alcance de la más leve investigación para llegar a ser procesado por malversación de caudales públicos.

«Si en realidad lo hizo para que un día todo estallase y tuviera que tomar decisiones personales a las que no se atrevía de otra manera, no me extrañaré», confiesa alguien que trató a menudo con él por cuestiones profesionales y que, aun sabedor de sus actividades personales de horario nocturno jamás pensó que no fueran pagadas de su propio pecunio.

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