Apenas ha transcurrido una semana de las elecciones generales y ya se están produciendo los primeros movimientos en el entorno más próximo al presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy. La renuncia de Eduardo Zaplana a cualquier cargo "ha sido el portavoz de los conservadores en el Congreso de los Diputados en la pasada legislatura" es un síntoma del alcance que puede tener la renovación que se acometerá en el congreso estatal de junio, el cual, casi con total probabilidad, acabará visualizando la nueva correlación de fuerzas internas tras el 9-M.
La salida de Zaplana no puede ser un hecho aislado; de ser así se trataría de una simple operación de maquillaje que restaría credibilidad al nuevo proyecto político que está dispuesto a liderar Mariano Rajoy. Los excelentes resultados obtenidos por el Partido Popular en las circunscripciones de Madrid y Valencia fortalecen a sus respectivos líderes autonómicos, Esperanza Aguirre y Francisco Camps. Todo indica que serán ellos los que tratarán de colocar sus piezas en la dirección estatal de los conservadores, circunstancia que supone un recambio del actual secretario general, Àngel Acebes.
Rajoy, es evidente, ha tratado de alejarse tanto de Zaplana como de Acebes durante toda la pasada campaña electoral, consciente de que ambos eran, y son, un auténtico lastre político para el Partido Popular si, en realidad, quiere cortar los vínculos con el aznarismo y todo lo que representa, atentado del 11-M incluido. Ambos han sido el principal nexo con la etapa más oscura del Partido Popular en el Gobierno y los protagonistas de todo el proceso de tensión que se ha mantenido en estos cuatro años con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, una estrategia que, al final, se ha demostrado nefasta a la vista de los réditos electorales que ha dejado.