Mariano Rajoy ha zanjado las especulaciones respecto a la sucesión al frente del Partido Popular anunciando su candidatura en el próximo congreso nacional, una decisión que cuenta con el apoyo unánime de todos los 'barones' de la formación conservadora y que él, de manera presuntuosa, ha justificado en base a que la suya es la más beneficiosa para el propio PP «y para España». Olvida Rajoy que ni él ni el PP pueden arrogarse la representación del conjunto del Estado, la situación que atraviesa el Partido Popular se debe resolver en clave interna, la voluntad de los españoles ya se expresó el pasado domingo.
La continuidad de Mariano Rajoy a partir del próximo congreso, incuestionable a la vista de la unanimidad que ha cosechado su propuesta, abre, sin embargo, importantes incógnitas. Las más importantes en el orden estratégico, a pesar de la previsibilidad de la que hace gala el líder del Partido Popular. Habrá que esperar, con toda probabilidad, al mes de junio para conocer la nueva orientación política del principal partido de la oposición, pero sería un grave error ahondar "tal y como pretenden algunos de los portavoces de la derecha mediática, que han pedido a Rajoy su retirada" en una defensa numantina de posturas intransigentes y alejadas de la realidad social de la España actual. Esta radicalidad del PP es la que ha generado, en buena medida, la movilización de sectores progresistas y centristas en torno al PSOE para impedir el retorno de los conservadores al Gobierno. El PP, como opción política, debe comprender que tiene que abrirse al sentir real de la calle en un país plural como es España.
Por último, no cabe duda de que la credibilidad del proyecto que Mariano Rajoy está dispuesto a encabezar dependerá de las personas de su nuevo equipo. En el PP urge soltar lastre si de verdad quiere ser alternativa en el 2012. Que sea o no Rajoy el candidato a La Moncloa ya se verá en su momento.