Tomas Fortuny, arquitecto y gerente del Patronat Municipal de l´Habitatge de Cort, se incorporó ayer a su trabajo tras regresar el martes del Chad, país del que consiguió salir el lunes con algunos problemas a causa del rebrote de la violencia en el norte árabe y musulmán.
«Yo estaba en el sur, de mayoría católica y animista, a unos 800 kilómetros del conflicto, y aunque no tuvimos apenas sensación de peligro, lo cierto es que mi familia estuvo angustiada durante algunos días», reconoce.
Fortuny viajó al país centroafricano, donde vive y trabaja su hermano Manolo, misionero en la zona más pobre del sur del Chad desde hace trece años, para supervisar la marcha del proyecto que desarrolla en la zona de Laciro la ONG Mallorca Solidaria, con la que colabora. Y, de hecho, es de ese trabajo de lo que a Fortuny más ilusión le hace hablar, «porque lo mío ha sido una anécdota, pero el drama de verdad es el que vive cada día la gente de este país y te das cuenta de que con muy poco les puedes ayudar mucho». «El Ajuntament de Palma -cuenta- subvenciona el equipamiento y ampliación de una biblioteca, el Fons Mallorquí una escuela pública de secundaria y el Govern otra de primaria».
El peor momento lo vivió cuando quiso volver a casa, junto a un ingeniero madrileño y un médico de Zaragoza. «Decidimos salir por Camerún para evitar el conflicto, pero al llegar a la frontera resultó que no había llegado la notificación de la Embajada española en Camerún, con quien nos habíamos puesto en contacto, y no nos dejaban pasar. No había cobertura y realmente sentimos que estábamos en manos de aquellas personas y desprotegidos por la Embajada». «Gracias al resguardo del avión nos permitieron pasar hasta el control fronterizo de Camerún, donde, claro, tampoco sabían nada, pero nos permitieron pasar a cambio de 22.000 francos CFA (unos 30 euros)». «Luego la embajadora se portó muy bien y nos recibió en su residencia el domingo, y aunque fallamos las dos partes, me pregunto qué hubiera pasado si no hubiéramos podido solucionar el problema en la frontera».
Ya en Palma confiesa haberse sentido muy arropado desde la Isla. «Durante esos días previos pude comunicarme con mi familia gracias a una parabólica, pero ellos veían las imágenes que ofrecía la televisión y estaban muy intranquilos. También recibí estando allí la llamada del presidente Antich y sé que la alcaldesa de Palma se interesó por mí a través de las Secretaría de Estado de Cooperación Internacional».