Las amas de casa pobleres tuvieron ayer un gran trajín en sus hogares. Como era víspera de la víspera de la revetla de Sant Antoni anduvieron sumergidas en la intensa actividad que conlleva la elaboración de este pastís tan celebrado como es la espinagada.
La confección de las piezas de esta típica pasta lleva mucha «música» y sobre todo, mucha maña, y en eso las mujeres pobleres son unas expertas.
En el domicilio de la familia de Joan Pericás las elaboran Bel Font, Joana Aina Comas y Margalida Pizá, cuya masa la preparan para un kilo de harina floja con una tacita de aceite, dos vasos de agua, y un poco de levadura.
El relleno de las más típicas de sa Pobla, o sea, las de anguila, lo integran: espinacas, acelgas, perejil, cebolleta tierna, guisantes, ajos, anguila (macerada con pimentón, ajos y aceite), sal, aceite, pimienta, y pimentón. El picante, depende de los gustos de los miembros de cada familia.
El relleno de las de col con lomo incluye también col blanca, cebolla tierna, ajos, pasas, trocitos de carne magra o lomo, todo ello aliñado con sal, aceite, pimentón y pimienta, y si se desea, en las esquinas admiten un pellizco de manteca colorada.
La juventud también se suma al aprendizaje de la espinagada. En el domicilio de la familia de Can Pedro Cotxer, las jóvenes Cati y María Magdalena Cañellas ayudaban a su madre Francisca Fiol a hacerlas con anguila.
En casa de Margalida Carbonell, de la calle Ramon Llull encontramos un gran despliegue. Ayudada por Toni Cañellas, Magdalena Company y Biel Payeras de Can Belet, vimos elaborar suculentas piezas de espinagada y también de cocas rossegades, con verdura y trocitos de lomo y berenjena, que con las primeras constituyen la cena principal de la revetla que suele reunir a numerosos comensales e invitados foráneos.
En Es forn de sa Plaça de Establiments Enrique Fortea las elabora también con mussola, que es otro pescado que admite la espinagada y hoy estarán a la venta.
Amalia Estabén