Las sonrisas, miradas de ilusión y ciertos nervios, entre niños y niñas abrían el paso de los Reyes Magos a su llegada del lejano Oriente, en la cabalgata de anoche en Palma. Miles de pequeños vibrando por una de sus noches más felices se reflejaban en sus inocentes rostros donde las brillantes retinas mostraban los momentos más inolvidables de la infancia de muchos adultos.
Padres y abuelos que acompañaban a los niños disfrutaban al ver a los pequeños cómo vivían con intensidad ese mágico momento donde Melchor, Gaspar y Baltasar pasaban ante ellos. Saludos reales que fueron recompensados por un puñado de caramelos. Miradas atónitas hacían perder el sentido del oído ante el griterío de ¡Baltasaaaar....!, ¡Melchor! o ¡Gaspar! Quienes esperaban, tras las vallas en el Moll Vell fueron los primeros en ver a Sus Majestades, con sus flamantes atuendos y lustrosas capas. Padres, cámara en mano, intentaban entre la multitud hacer fotografías del momento en el que muchos mayores también se emocionaron y alabaron algunas de las carrozas que este año protagonizaban la cabalgata. Y es que luces de colores, fuegos artificiales, música y el buen trabajo de quienes crearon las carrozas hacen despertar sentimientos infantiles perdidos por muchos a lo largo de los años. Hay que reconocer que cosas como las sonrisas de los niños, valen el esfuerzo.
lJulián Aguirre
(texto y fotos)