Pupitres, sillas, cartones, cajas, papeles y muchas hojas acumuladas es lo que alberga ahora el abandonado colegio Son Espanyolet de Palma. Tras el traslado de sus alumnos al nuevo centro de Son Pisà, ubicado entre las calles Vicenç Juan i Rosselló, Martí Boneo y Fèlix Escobar, la imagen de esta escuela es desoladora.
Fue uno de los colegios más antiguos de Palma. Su origen se remonta a los tiempos de la II República y fue realizado por el arquitecto Guillem Forteza Piña. Desde entonces han pasado muchos años y un edificio con gran historia -cuenta con un refugio antiaéreo- se ha convertido en un vertedero de material escolar, de suciedad, comida para gatos y de hojas caídas de los árboles. Sus únicos habitantes son una gran manada de gatos que transitan por sus instalaciones en busca no precisamente de educación.