El Fomento del Turismo, con 102 años a sus espaldas, vivió en su cena anual de premios una auténtica lección de catarsis de lo que fue, de lo que no tiene que ser y de lo que tiene que hacer. Francesc Antich, Àlvaro Middelmann y Pere A. Serra, con discursos paralelos, coincidieron en que se está todavía a tiempo para subsanar deficiencias, estrategias y apuestas empresariales.
Los mensajes, algunos de ellos no tan subliminales, fueron escuchados atentamente por unas 300 personas, que aglutinaban al mundo financiero, turístico y del resto de sectores productivos de la Isla. Si algo bueno tiene el Fomento es que es una entidad abierta a todo el mundo, en la cual la disparidad de criterios y opiniones es respetada a rajatabla sin faltar el respeto a nadie. Es cierto que todavía se echa en falta cierta modernidad, pero cambiar estructuras, hábitos, estatutos y costumbres cuasi endémicas, cuesta.
En la cena hubo ausencias notables, que precisamente inciden en que algo falla o no motiva. ¿Dónde está el apoyo de los grandes hoteleros al Fomento?.
La entidad centenaria tiene que cumplir otras funciones, en esto está todo el mundo de acuerdo, de ahí que Middelmann diera a conocer el plan estratégico para los próximos tres años, apostando por el medio ambiente, rigor, independencia, apoyo a la cultura, la pluralidad y mejora de infraestructuras. Objetivos con un claro marchamo reivindicativo que tiene que contar con el apoyo financiero de todos los que integran el Fomento del Turismo de Mallorca. Y como esto no basta, habrá que buscar una solución, sea vía Fundación Turística u otra fórmula, para dar nueva savia financiera a un Fomento que subsiste con financiación pública.
En Son Termens, el sector empresarial y el mundo político presente, vislumbró un cambio de tendencia en una legislatura que, de momento, no está generando polémicas absurdas en torno a políticas turísticas utópicas.
CAEB y PIMEM, con Josep Oliver y Juan Cabrera, al frente de ambas organizaciones, ambos presentes en la cena, así como sus sectoriales, turísticas o no, tienen que comulgar con un discurso actual, moderno y de respeto absoluto al medio ambiente. El turismo es cambiante, los mercados emisores también y la demanda, guste o no, es la que manda, mediatiza estrategias comerciales y pone en aprieto a todos los operadores turísticos, ya que las nuevas tecnologías son su principal herramienta. El turista busca nuevas sensaciones y éstas solo se consiguen con empresarios que apuestan por la diversidad, diversificación y nuevos productos. Las cenas anuales sirven para reconocer trayectorias, pero también para lanzar mensajes, esperemos que no al viento cual Blasco Ibánez, para que los que tienen que tomar decisiones, lo hagan y no contemporicen.