Desde el jueves y hasta el 28 de febrero del próximo año 2008, el tradicional puesto de castañas de la esquina del antiguo hospital militar, entre Oms y calle Sant Miquel, ha comenzado a vender las castañas calientes, así como otros puestos ubicados en la Plaça Major, Jaume III o Plaça Espanya, que cada año marcan el inicio del ambiente invernal y navideño.
Andrés y Paco Balderas son dos hermanos que desde hace 14 años se dedican durante cuatro meses a vender castañas calentitas hechas de manera tradicional y entregadas al cliente en su tradicional cucurucho de papel. «Este año, comenta Andrés, la calidad de la castaña es magnífica y de muy buen sabor». La gente mayor es la principal consumidora de este producto, que inculcan a los más jóvenes con gran éxito, pues a muchos pequeños les encantan.
Así, una de las imágenes más frecuentes en los puestos callejeros de castañas es ver a los abuelos y nietos haciendo cola.
Este año, sin apenas diferencia a los anteriores, el precio del cucurucho está entre los 3 y 5 euros, dependiendo del tamaño. Desde las diez de la mañana y hasta las nueve de la noche los puestos comienzan a desprender, por las céntricas calles palmesanas, el inigualable olor de castañas asadas.
Durante el día se venden bastantes cucuruchos, pero es a partir de las seis de la tarde, cuando comienza a caer el frío de la noche, cuando más se consumen las castañas y boniatos.
lJulián Aguirre
(texto y fotos)