o dicho: que la jornada entre militares ha sido un éxito En ella han participado 27 periodistas -veinte de ellos, de forma completa- pertenecientes a 18 medios.
El periodista que la ha vivido, se ha metido por algo más de veinticuatro horas en la piel del soldado. Formando parte de una compañía de fusileros de la Comandancia General de Balears, ha hecho lo que todos, ha estado donde todos y ha sobrevivido como todos. Y lo ha hecho sólo con lo que ha hallado en el interior de la mochila, o bien, echando mano de lo que ha tenido a su alcance. Ha pateado el monte y los caminos que ha encontrado en él; se ha metido en charcos y barrizales; ha soportado la lluvia, ha levantado el vivac en el campamento base y el vivac de circunstancias, construido con el poncho, o chubasquero, unas cuerdas y unas ramas, en la ladera del monte vecino, que en circunstancia concretas le podía haber servido de cobijo. A la hora de comer se ha tenido que sentar en el suelo y desplegar la caja que contenía la ración de previsión. Montar el infiernillo, encender fuego con pastillas y tras abrir la lata de lentejas, o pote gallego, colocarla debidamente para que se calentara. Lo que más alto le ha mantenido la moral es ver a su lado, haciendo lo mismo, al teniente coronel, comandante o capitán, por citar a algún jefe u oficial.
Siguiendo las instrucciones que les ha dado el comandante Ladislao Morella, bajo la lluvia y cuerpo a tierra, han disparado cinco tiros con el HKG-36, unos con mejor suerte que otros, sin que de su lado se despegara el sargento, presto a resolver sus dudas.
Para sentir otras sensaciones, vino muy bien un recorrido por el campamento en el Vamtac, un todo terreno parecido al Hamer, capaz de salir airoso de cualquier camino por difícil y accidentado que fuera.
Tras tender alambradas, hubo que patrullar. Práctica nocturna, se denomina el ejercicio, en el que se tiene enfrente a un enemigo imaginario. Quien quiso, se tiznó el rostro con pintura mimetizada. Algunos, a decir verdad, con la cara así, y tocado de casco, daba el pego.
lPedro Prieto
Fotos: Miquel Àngel Cañellas