El actual gobierno municipal de Palma, que preside la socialista Aina Calvo, ha decidido suprimir la romería que, con carácter institucional, organizaba el Ajuntament desde la plaza de Cort hasta el monasterio de La Real con motivo de la festividad de Sant Bernat; un acuerdo que no está exento de polémica -siempre hay posturas encontradas- pero que, en todo caso, está presidido por el sentido común.
Con independencia de la participación, en los últimos años bastante numerosa, la romería hasta La Real no había adquirido el necesario tono 'popular' que otras manifestaciones cívicas sí han alcanzado en Palma durante las últimas décadas; el apoyo del Ajuntament era el principal, y único, sostén de la manifestación cívico-religiosa. Municipal era la organización y, también tiene que admitirse, político el apoyo que tenía. Así lo entendieron algunos vecinos y colectivos que protagonizaron serios y violentos incidentes en protesta contra el apoyo de los entonces responsables del Ajuntament, el Partido Popular, a la construcción del hospital de Son Espases sin que, por el momento, nada hayan dicho del cambio radical en el paisaje que ha sufrido la zona en los últimos años.
Por distintas razones, la romería institucional de Sant Bernat ha perdido su sentido; carece del necesario apoyo ciudadano para mantenerla. Quizá sea el momento oportuno de retomar el espíritu de la festividad, cuando el acceso al monasterio de La Real era visita obligada de los palmesanos para adquirir membrillos y regresar a casa con el consabido ramito de albahaca y pasear por el magnífico claustro, como antaño hizo Ramon Llull. Recuperar, en definitiva, la tradición de un encuentro que suponía -al menos esto asegura el acerbo popular- dejar el rigor del estío.