El presidente palestino, Mahmoud Abbas, no ha ocultado un tono optimista tras el encuentro mantenido en Jericó con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, al que ha logrado arrancar una suavización en los controles fronterizos; un gesto que no puede pasar desapercibido en la actual fase de colaboración de Israel con Fatah para debilitar a los islámicos de Hamás.
La distensión actual entre judíos y palestinos, coyuntura que genera no pocos problemas en el propio Ejército israelí, da la impresión que se trata de un nuevo juego táctico destinado a ganar tiempo. Olmert mantiene sus evasivas a la hora de concretar promesas sobre las cuestiones fundamentales del conflicto con Palestina: estabilidad fronteriza, liberación de presos y el futuro de Jerusalén.
No obstante, la reunión de Jericó "la primera que se celebra en territorio palestino desde el año 2000" abre, de nuevo, una puerta a la esperanza. Colaboradores directos del presidente de Israel, Simón Peres, han confirmado que Ehud Olmert está preparando una nueva propuesta de paz a los palestinos; consistente en la transferencia a un futuro Estado palestino de territorios equivalentes a la totalidad de los territorios ocupados en 1967. Los asesores del primer ministro israelí tratan de rebajar las expectativas de esta propuesta, una actitud que refleja las dificultades internas que se vive en la propia Administración judía a la hora de acometer decisiones valientes para resolver sus diferencias con Palestina.
Es evidente que resulta prematuro avanzar el resultado final de lo que se intuye como una aproximación de posiciones entre judíos y palestinos, pero los primeros indicios apuntan hacia la apertura de una nueva fase en la que es posible el acercamiento mutuo; tarea que se intuye larga y difícil.