La llamada 'Vuelta a la Isla' es la excursión más contratada en estas fechas por los turistas, porque ofrece la posibilidad de recorrer una parte de la Isla usando cuatro medios de transporte distintos: autocar, barco, tranvía y tren.
La excursión dura casi diez horas y recorre unos 200 kilómetros. La aventura comienza a las nueve de la mañana cuando el autobús de la agencia organizadora pasa a buscar a los pasajeros a sus hoteles para dirigirse a su primer destino: Inca, la ciudad de la piel y del calzado. De camino, la guía explica historias y anécdotas sobre cada uno de los pueblos. No es de extrañar que Marta, la guía, consiga entretener a los pasajeros contando lo más curioso de cada lugar ya que lleva trabajando 30 años en este sector. Actualmente, trabaja para la compañía Iberojet, una de las operadoras líderes en este tipo de excursiones. Una vez en Inca, los turistas pueden comprar en las muchas fábricas de artículos de piel, además de comprar galletas Quelly. Sobre las 10:30 horas, los pasajeros vuelven al autocar, que se dirige a sa Calobra. La protagonista es sin duda la montaña y sus curvas, que marean a más de uno. Los turistas pueden contemplar toda la Serra Tramuntana, con su fauna y flora, además de curiosidades tales como el monasterio de Lluc o las rocas que, con mucha imaginación, toman formas de animales.
A mediodía llegan a sa Calobra, donde disfrutan de las playas y del paisaje montañoso que ofrece el Torrent de Pareis. Allí almorzó el grupo: algunos con su kit y otros en los restaurantes a pie de playa. Para los más arriesgados, el torrente ofrece la opción de practicar senderismo. Lo próximo es dirigirse al puerto para coger el barco hacia el Port de Sóller. A las 15:15 horas llegan al puerto, donde esperan la llegada del tranvía. «Me parece que estuvimos demasiado tiempo en la playa y muy poco en Sóller», afirmaba Manuel. Según la portuguesa Cristina Amorim, el recorrido le ha llevado a los tiempos coloniales.
«El tiempo en sa Calobra me ha parecido un poco excesivo, aunque es un rincón de una belleza extraordinaria», afirmaba Trinidad, que viene de Madrid. El último paso es la vuelta a Palma en el tren de Sóller, construido en 1912, emblématico por conservar su estructura original. El tren iba lleno con turistas que habían realizado la misma excursión.