El nuevo Ejecutivo de centro izquierda ya conoce, al menos parcialmente, el escenario sobre el que tiene que construir su futura acción de gobierno: una deuda «heredada» del anterior Govern que el conseller d'Hisenda ha fijado en 2.724 millones de euros. Sobre esos mimbres tendrá el nuevo Govern que empezar a tomar sus decisiones cuando complete su organigrama de cargos de segundo nivel.
Aunque es muy pronto para valorar los primeros días del nuevo Govern sí que existen ya algunos indicios que permiten algunas consideraciones. En primer lugar, que a diferencia de la experiencia de hace ocho años, el Ejecutivo de centro izquierda ha sido recibido con normalidad. Nadie, salvo el PP (embarcado en un proceso lógico de incertidumbre tras ser desalojado de las instituciones) ha cuestionado su legitimidad.
En segundo lugar, y ante un acontecimiento no previsto que escapa de cualquier programa político (el hundimiento de un mercante en Eivissa) ha actuado de forma ágil y demostrando la importancia de contar con el apoyo del Gobierno central. El president balear se ha desplazado varias veces a Eivissa y ha dado muestras de cumplir con su trabajo. La respuesta ha sido rápida y el impacto ha sido mínimo sobre el turismo.
Es cierto que todavía no ha tomado el Consell de Govern ningún acuerdo importante. Todo lo que ha sucedido hasta ahora puede considerarse como de trámite, incluida la elección del nuevo director general de IB3 por el Parlament.
No se puede cuestionar, de momento, su elección ya que la ley no permite otro modo de elegirlo. Otra cosa es si convendría (que convendría) cambiar la ley para lograr un mayor consenso.
El arranque del Govern ha sido bueno. Lo que ahora se impone es que gobierne.