a jornada, tercera, de esta nueva edición de las Regatas Bretiling que se celebran en aguas de Puerto Portals, ofrecen cada mañana el vertiginoso espectáculo de los preparativos. La de ayer estuvo marcada por la ausencia, más que justificada, de su majestad el Rey quien no se hizo a la mar con sus compañeros del Bribón, sino que decidió coger el mando del yate real Fortuna y junto a doña Sofía poner rumbo a aguas del parque Nacional de Cabrera, y rendir un entrañable homenaje y último adiós a Ignacio Caro, fallecido el pasado domingo 15 de julio, amigo y colaborador de don Juan Carlos, además de persona muy querida y un gran «lobo de mar». Así pues, la única presencia de un miembro de la Familia Real española en la jornada de ayer fue la del príncipe Felipe quien a su llegada a Puerto Portals motivó más revuelo de lo normal, y no era para menos tras la polémica creada tras el secuestro de la viñeta de la revista satírica El Jueves. La solidaridad con el príncipe de Asturias y su esposa la princesa era necesaria. Los comentarios favorables eran mayoría y ente susurros y aplausos don Felipe se dirigió al Aifos, barco que patronea el heredero de la Corona en esta regata. El mar y el viento fueron favorables para navegar, pero no lo eran para la presencia del Fortuna y sus habituales ocupantes. Solamente se dieron cita en la línea de salida y en las diferentes boyas los amantes del mar y la competición, además a los invitados especiales de Breitling.
Ya por la noche, el Rey y el príncipe Felipe acudían en solitario a la cena ofrecida por Breitling en el Castillo de San Carlos a armadores y regatistas. Al acto asistieron las primeras autoridades militares de Mallorca. Los asistentes disfrutaton de una cena tipo buffet en la que no faltaron el frito marinero, el gazpacho de cerezas o una mousse de almendras, mientras se escuchaba la música estilo chill-out.