El pleno del Parlament estaba a rebosar de gente feliz como una perdiz. Felices estaban los más 60 cargos que desde ayer tienen un trabajo estable al menos en los próximos cuatro años. Estaba feliz Francesc Antich al sentarse de nuevo en el sitio que abandonó hace cuatro años y estaban felices los consellers, todos ellos, que por primera vez en su vida se sentaban en la bancada azul del hemiciclo.
Puedo entender la felicidad absoluta de los miembros del Ejecutivo, pero lo que no entendí fue la cara de felicidad del secretario general del PP, José María Rodríguez, también él feliz como una perdiz, ubicado a la extrema derecha de los bancos populares, frente a la presidenta del Parlament, Maria Antònia Munar, y junto a los diputados de Unió Mallorquina. Aquí estoy yo y a ver quién me mueve. Y nadie se atrevió, claro, así que el pobre portavoz del Bloc, Biel Barceló, no sólo se ha quedado sin sillón de mando en el Consell de Govern sino que casi se queda sin silla en el Parlament.