Síguenos F Y T L I T R
Editorial

Antich quiere un «cambio tranquilo»

Francesc Antich, candidato a presidir el Govern, ofreció ayer su discurso de investidura en un tono amable y conciliador en el que pretendió dibujar las líneas maestras de lo que será su actuación durante los próximos cuatro años. No era el momento de espectaculares golpes de efecto, sino el de adelantar el espíritu del Govern de centro-izquierda que formará si hoy obtiene los votos prometidos tras los pactos post-electorales.

Frente a los grandes proyectos de Matas, Antich prefirió hablar de «personas» y de «familias» y se refirió a una serie de cuestiones que, si bien no propiciarán grandes titulares de prensa, sí calan hondo en la vida cotidiana de los ciudadanos. Asuntos como la estabilidad laboral, el difícil acceso a una vivienda, el fracaso escolar, los medios de transporte, y la sanidad son el pan nuestro de cada día para miles de personas.

A ellas se dirigió particularmente Francesc Antich con las coordenadas básicas de lo que será «un cambio tranquilo» mayoritariamente de carácter social. En la base de la pirámide de su gestión, la defensa del medio ambiente y la lucha por alcanzar una competitividad económica, especialmente en el sector turístico, que quiso defender. Para ello, propone grandes pactos y planes de choque que garanticen desde los primeros estadios de la educación una formación competitiva y de calidad, sin despreciar el modelo del trilingüismo impulsado por Matas, pero, eso sí, puntualizando que será «para todos» y no sólo para ciertos colegios.

No hubo grandes anuncios, pero sí dibujó la silueta de un gobierno centrado, sensato y probablemente menos agresivo que el Pacte de Progrés. Si esto se cumple todos los ciudadanos de las Islas saldrán ganando. Pero no debe bastar este talante. Debe haber una acción de gobierno. No es suficiente parar algunos proyectos de Matas. En un plazo razonable hay que proponer soluciones alternativas. Y medidas concretas para desarrollar los puntos del acuerdo de gobernabilidad. Matas demostró -al margen de la valoración que puedan merecer algunas de sus realizaciones- que en cuatro años se pueden hacer muchas cosas. Ahora le toca a Antich. Es su segunda oportunidad.

Lo más visto