El terrorismo internacional ha vuelto a golpear y lo ha hecho matando a siete turistas españoles e hiriendo a otros seis en la región de Mareb, en Yemen. Todo apunta a la autoría de Al Qaeda, que reivindicaba la liberación de algunos presos en aquel país. Estas muertes se suman a las de los soldados españoles fallecidos en el Líbano, al parecer también víctimas de una rama de la organización que encabeza Osama Bin Laden.
Es cierto que España aparece con frecuencia en los diferentes comunicados de la organización terrorista como uno de sus objetivos y, precisamente por ello, debemos adoptar toda suerte de precauciones. Aunque en el caso que nos ocupa bien podría haberse atacado a cualquier otro grupo de turistas occidentales.
Estos ataques evidencian que la lucha contra el terror ya no se circunscribe, salvo en casos muy puntuales, a los territorios nacionales. La amenaza puede hacerse real en cualquier lugar y en cualquier momento de forma trágica, como ha sucedido en Yemen. Por ello es preciso que se ataje el problema de forma conjunta con el resto de la comunidad internacional, estableciendo los mecanismos precisos para poder poner freno al acoso de unos desalmados que usan la violencia como único argumento.
Las medidas de orden militar y policial, con ser importantes en el caso que nos ocupa, no son la única vía de salida para poner coto al terrorismo. La legalidad internacional, una Justicia que esté por encima de las fronteras nacionales en estos casos y, sobre todo, atajar el problema de raíz son medidas esenciales para que no se vuelvan a producir luctuosos acontecimientos como estos.
Por el momento, queda mucho camino por recorrer y, desafortunadamente, los terroristas, por lo que se ve, no nos van a dar tregua ninguna.