El Corpus, celebración del Cuerpo y la Sangre de Cristo y Día Nacional de la Caridad, congregó ayer a cientos de fieles en la Seu como es habitual, ya que se trata de una de las fechas del calendario católico que cuenta con más fervor popular en la Isla. La lluvia finalmente no aguó la fiesta, como algunos esperaban, y la celebración puso fin al séptimo centenario de la Catedral.
Tras la ceremonia eucarística, presidida por tercer año por el obispo de Mallorca, Jesús Murgui, dio comienzo la procesión por el caso antiguo de Palma, en un recorrido engalanado con flores y damascos.
Los tañidos de n'Eloi, nombre con el que se conoce la campana de la Seu, acompasaron la salida de la Custodia con el Santísimo, precedido por las insignias de la Catedral, el tintináculo y conopeo y el cortejo procesional con representación social, política y religiosa de la ciudad.
La 'lledania', cruz procesional del Corpus, que antiguamente se adornaba con flores frescas, promesa primaveral de frutos y cosechas, y que con el devenir de los años se ha convertido en una cruz de cera, fue otro de los elementos consustanciales a la celebración del Corpus mallorquín. La cruz fue portada por miembros de las diversas cofradías de Palma.
Los artificios florales, tapices tan hermosos como efímeros al paso de la comitiva, nos recordaron todavía el esplendor de la naturaleza que acompaña al Corpus. Mirto, claveles, hiedra, buganvilias y espigas de trigo adornaban los tapices situados ante la Catedral y Cort.