Tras la resaca electoral, los ciudadanos hemos aterrizado de nuevo en la realidad cotidiana -los políticos suelen vivir siempre en otras esferas- y lo hacemos con noticias poco halagüeñas en cuestiones económicas domésticas, las que más nos afectan: vuelve a subir el Euríbor y ya encadena veinte subidas sucesivas. Otro susto en la hipoteca. Dicen los expertos que el préstamo hipotecario medio de los españoles -150.000 euros a 26 años- se encarece en 96 euros mensuales. O sea, que la letra mensual se acerca a los 900 euros, cuando un año atrás -en mayo de 2006 estaba al 3,30%- se pagaban 775, una cifra ya más que respetable.
Sabemos que durante los últimos meses el tractor que ha tirado de la economía española -de la balear, también- ha sido la construcción, por delante de otros sectores clásicos, como el turismo. Pero la edificación se está ralentizando, cuesta más vender pisos y, desde luego, cuesta mucho más comprarlos. Es la pescadilla que se muerde la cola y que nos coloca en una situación delicada. ¿Cuántas familias verán comprometido su precario equilibrio presupuestario con subidas como ésta? ¿Cuántos sacrificios se pueden hacer para seguir pagando la hipoteca?
El Euríbor se sitúa en este final de mayo en el 4,36 por ciento, su nivel más alto desde 2001 y quienes sueñan con comprar casa empiezan a frenar sus anhelos. Algo lógico que, sin embargo, puede provocar un parón en la economía de todo el país, porque se está apoyando mucho en el sector inmobiliario. ¿La solución? Aunque no es milagrosa, los bancos y financieras empiezan a crear nuevas y creativas fórmulas para seguir vendiendo pisos y seguir contratando hipotecas. Por ejemplo, préstamos por debajo del Euríbor, hipotecas-puente que permiten comprar un piso sin haber vendido el antiguo, etc.