Hace tiempo que algunos agoreros quieren ver en el ambiente político generado tras el 11 de marzo un espejo de aquel maremágnum de confusión y violencia que dio pie a la Guerra Civil española. Ahora más de tres mil personas han suscrito un manifiesto avalado por algunos intelectuales y artistas españoles contra el clima de crispación política en nuestro país. Se critica, con razón, que la oposición haya monopolizado el terrorismo y supuestos riesgos de quiebra de la unidad del Estado como único argumento para derrocar a un Gobierno legítimamente instalado en el poder por mandato de las urnas.
El texto, que firman directores y actores de cine, periodistas, escritores, músicos y miles de ciudadanos anónimos, sin más ánimo que dar voz al sentir de muchos españoles, considera que la visión del país que reflejan los dirigentes y la oposición no tiene nada que ver con la realidad porque se basa en informaciones tergiversadas y manipulaciones.
Ante la cercanía de las elecciones municipales, los firmantes manifiestan su inquietud por el hecho -comprobado tantas veces por todos- de que el debate político argumentado ha sido suplantado por la descalificación y el insulto y exigen firmeza desde el Gobierno para poner remedio al desconcierto de los ciudadanos y en favor de la convivencia, en paz y libertad.
Ya era hora, en efecto, de que el pueblo se dejara oír, aunque sea a través de rostros y voces conocidas que sin duda conectan mejor con los ciudadanos de lo que son capaces de hacerlo los políticos.
Cuando se celebren las elecciones autonómicas y municipales, esos ciudadanos podrán también expresar su opinión. Habrá que ver si en esos comicios, en los que la política estatal está en un segundo plano, el electorado pasará o no factura a los partidos por sus actuaciones en los últimos meses. ¿Sacará réditos el PP a su campaña permanente de crispación, auspiciada por sus medios afines, o, por el contrario, sufrirá un castigo electoral infligido por quienes creen que hay que devolver la serenidad a la vida política?