El mundo universitario en su conjunto se encuentra ante un momento delicado en el que deberá definir sus propias estructuras y formas de funcionamiento para adaptarse al siglo XXI. Desde el Gobierno central se impulsa una nueva reforma que pretende potenciar la autonomía de los centros universitarios de modo que prácticamente cada uno de ellos será único y diferenciado del resto. Es un reto, sin duda, que viene a sumarse a otro aún mayor, que tendrá lugar con fecha límite en 2010, cuando se cerrará el espacio común europeo para las universidades. Un horizonte que obligará a los centros académicos a adaptarse en cuerpo y alma a un nuevo formato que hará posible la homologación completa de estudios y titulaciones en todos los países de la Unión.
En esta encrucijada llega al más alto escalafón de la Universidad balear una mujer: Montserrat Casas. Será la primera rectora de la UIB, lo cual ya de por sí es todo un mérito que desde estas líneas saludamos con satisfacción.
La candidatura de Monserrat Casas ha sido calificada de progresista pero es un error interpretar los resultados electorales en clave política. Han sido unas elecciones en el estricto plano académico y han primado, sobre todo, los programas y, lógicamente, los apoyos logrados en los distintos estamentos universitarios. Ahora hay que esperar que se cumplan las promesas y se sienten las bases para que nuestra UIB se conduzca en los próximos años por la senda de la excelencia, hacia ese futuro que será, claro, el de la propia sociedad balear.
Asuntos como el fracaso escolar que merma la población universitaria, la investigación, la insularidad, la inserción en la sociedad, la proyección internacional de nuestras facultades, la relación con el tejido empresarial, la adaptación a las más modernas tecnologías... en fin, la UIB se enfrenta a toda una red de retos y proyectos que Montserrat Casas deberá acometer con empuje y con el apoyo, al menos, de una buena parte de la comunidad universitaria que le ha dado su voto.