Así pues, según datos del Departament del Territori del Consell de Mallorca, la normativa actual sobre el suelo rústico de la Isla deja un margen de construcción de 50.000 casas, aunque esta cantidad está sometida a variaciones: las que impone cada municipio por su cuenta (siempre que supere el mínimo común de 14.000 metros cuadrados para construir), futuras segregaciones, la evolución de la legislación (que cada vez tiende a ser más restrictiva) y la demanda.
Por ejemplo, tomando como referencia las licencias de viviendas en suelo rústico otorgadas en 2006, unas 250 de 300 solicitadas, resulta que para completar las 50.000 casas que quedan por construir deberían transcurrir 200 años. Y es previsible que, sin esperar tanto tiempo, las restricciones para construir en suelo rústico sean cada vez mayores en un plazo relativamente corto.
El suelo rústico común de Mallorca, donde se ejerce la mayor presión urbanística y con un mínimo de 14.000 metros para construir una vivienda unifamiliar aislada, ocupa 144.144 hectáreas, si bien los municipios tienen la opción de incrementar ese mínimo de superficie para edificar, nunca de rebajarlo.