Color, deporte, competitividad, juego limpio, teatro, cultura, afición, aplausos, juventud, esfuerzo y, sobre todo, alegría. Estos son los elementos básicos para cocinar un buen Mallorca Prix como el que vivió ayer el pabellón Joan Llaneres de Porreres por segundo año consecutivo. Campos, Ses Salines, Sóller, Algaida, Montuïri y el anfitrión, Porreres, competían ayer para alcanzar el pase a la gran final. Pero, a la vez, que disputaban cada una de las seis pruebas físicas, con todas sus energías, y las culturales, entre ellas la prueba escénica, novedad de este año, con todo su saber, se divertían y ganar era lo de menos. Lo importante era pasar una mañana agradable, por eso nació esta iniciativa de la Dirección Insular de Joventut del Consell, que cada sábado reúne a centenares de jóvenes de todos los pueblos de la Isla.
Ayer, en Porreres, el equipo de Ses Salines se alzó con la victoria, después de un apretado desempate con Algaida. Pero resultaron ser los más rápidos y ágiles en las seis pruebas físicas que ayer eran; Autòcton, Carta al Castel, Poma Pum!, A quatre rodes, Slalom y Espantaocells.
En las pruebas de cultura, las preguntas fueron variadas y diversas, y algunos equipos se tuvieron que esforzar para contestar correctamente a alguna de ellas. Tenían que saber en que monte esta el santuario de Sant Honorat o que arquitecto realizó el Escorxador de Palma. Y las pruebas escénicas basadas en las Rondalles provocaron muchas carcajadas entre el público. Entre los asistentes encontraban algunos regidores y alcaldes de los diferentes pueblos, que no querían perderse las evoluciones de los más jóvenes del municipio.
J. Socies