MONICA GONZALEZ
El nivel de la mayoría de alumnos extranjeros cuando llegan al final de la Primaria es inferior al del alumnado autóctono, algo perfectamente explicable por el mismo fenómeno migratorio. Los niveles más bajos se detectan en los alumnos marroquíes, búlgaros y rumanos. No obstante, los auténticos problemas se detectan a lo largo de la ESO, cuando los resultados académicos reflejan las dificultades lingüísticas y las expectativas académicas del alumnado extranjero son inferiores, ya que su aspiración en muchos casos es acceder al mercado laboral para poder ayudar a sus familias.
Estas son algunas de las conclusiones del Anuari de l'Educació de les Illes Balears 2006, que ayer fue presentado por su director, Martí March, catedrático de Teoria i Història de l'Educació.
El estudio analiza el alto índice de alumnos extranjeros en el sistema educativo de Balears y certifica con cifras que existe una desproporción entre la escolarización de inmigrantes en la escuela pública y en la privada: un 79% en la primera red, frente a un 21% en la segunda en el curso 2004-05.
Ante esta realidad, el informe reflexiona sobre la dificultad de resolver este equilibrio, «ya que no es sólo un problema de escolarización, sino también de urbanismo, desde el momento en que mucha gente vive en lugares donde sólo hay escuela pública». En efecto, el trabajo concluye que en Balears, donde se da una mayor presencia de centros privados religiosos que en el conjunto del Estado, la escuela privada-concertada se concentra en los núcleos de población importantes, principalmente en Palma e Inca (entre ambos suman el 75,5% de las plazas escolares privadas; el 67,8% Palma y el 7,7% Inca); mientras que en el entorno rural hay una mayor presencia de escuela pública. «Esta radiografía nos lleva a reflexionar sobre cómo la elección de centro está condicionada por el lugar de residencia», apuntó March.