A primera hora de la tarde de ayer las calles de Inca ya eran un ir y venir de gente que, animada por el buen tiempo y la tranquilidad del Dimecres Bo, empezaban a dar forma a la feria de las ferias: el Dijous Bo. Abuelos con sus nietos, niños que habían terminado el cole, mamás y papás con sus hijos, pandillas de jóvenes y toda clase de gente llenó las calles del centro y, a medida que las horas pasaban, circular por ellas se hacía más difícil. Viandantes llegados de todas partes curioseaban y hacían las primeras compras en las paradas ya abiertas antes de la gran feria de hoy y es que, desde hace años, son muchos los que deciden adelantar su visita para evitar las aglomeraciones. Los productos que más llamaron la atención en la tarde de ayer fueron los alimentos. Muchos decidieron comprar frutos secos o dulces para merendar y embutidos, como butifarrones y longanizas, de las primeras matanzas del año.
Para inaugurar la feria, las autoridades municipales también salieron a la calle para recorrer todas las muestras y exposiciones ya abiertas.
La Plaça del Bestiar acogió una serie de actos como el XV concurso morfológico de porc negre mallorquín, cuyos premios se entregarán esta mañana. Además, también se inauguraron otras muestras que ligan con la vertiente agraria más tradicional del Dijous Bo como la Fira del Mul, una muestra de herramientas antiguas y otra de razas autóctonas de Balears. Los animales llamaron la atención sobre todo a los visitantes más jóvenes de la feria. Los pequeños, algunos con miedo y otros con alegría, se acercaron para tocar a los ejemplares. Los escolares aprovecharon la salida del colegio para pararse. A medida que las horas pasaban, el bullicio en el centro de Inca iba en aumento y, una vez llegada la noche, las paradas de la feria cedieron el protagonismo a los restaurantes del centro de la ciudad. Àngels Hernández