La víspera del debate en el Parlamento Europeo sobre el proceso de paz en el País Vasco se producía un hecho sorprendente. ETA robaba en una empresa de importación francesa numerosas armas: revólveres y pistolas, según la policía gala. Esto sucedía ayer, justo el día después de que el Tribunal Supremo ordenara el registro de las 'herriko tabernas', consideradas uno de los elementos de financiación de los terroristas y de Batasuna, para su liquidación definitiva. Además, un hombre agredía a un ertzaina en uno de los registros. Y, mientras tanto, Batasuna decía que el debate en la Eurocámara «puede ayudar a avanzar» en el proceso iniciado, aunque mantenía su discurso de siempre en torno tanto a los registros como a la orden de procesamiento contra Arnaldo Otegi y otras 36 personas por la presunta financiación de los terroristas, considerando estas decisiones un ataque a la línea de flotación del «proceso».
En cualquier caso, lo que es evidente es que el Estado de Derecho no se detiene, pese a lo que se afirma desde los más agoreros sectores de la oposición. Y, en este sentido, es enormemente positivo que los jueces continuen con la labor de aplicación de la ley que les corresponde. Y eso es algo que no parecen entender en Batasuna, para cuyos líderes cualquier decisión judicial obedece a maniobras de presión o distensión del Gobierno.
Y, finalmente, lo que ya no es aceptable es que ETA sustraiga armas si lo que realmente pretende es la paz. La presión y la amenaza son absolutamente execrables y con armas sobre la mesa se hace imposible el diálogo. Las vías políticas y la democracia exigen algo más que palabras huecas y reivindicaciones a quienes hasta el momento sólo han sabido imponerse mediante la violencia.