Cuando todavía está más que verde la aplicación y cumplimiento de la ley antitabaco, el Gobierno da luz verde a una futura ley para prevenir el consumo de alcohol en menores. Como en la primera, el fin es ejemplar, aunque la segunda puede caer en algunos de los errores que se están cometiendo con la polémica ley antitabaco. Elena Salgado, ministra de Sanidad y Consumo, presentó ayer las líneas maestras de lo que será el anteproyecto de ley, texto que incluye sanciones a los menores que beban en público y la exigencia de disponer licencia cuando se venda alcohol para un consumo no inmediato.
Con la ley en la mano, el llamado «botellón» tiene los días contados, al igual que las licencias de los propietarios de establecimientos que vendan alcohol a menores fuera de los horarios establecidos. Todo esto si la ley es efectiva al cien por cien (no lo está siendo la ley antitabaco) y el Gobierno consigue cambiar unos hábitos en los menores que están camino de llegar a ser muy preocupantes.
El objetivo final de esta ley es bueno, muy bueno, si se tiene en cuenta que antes de los 14 años los jóvenes ya consumen alcohol de forma regular durante los fines de semana y en determinadas épocas del año, y que el 38 por ciento de los jóvenes afirma que se emborracha cada diez días.
El consumo de alcohol en menores es un grave problema del que, todavía, no existe una uniformidad legal en su tratamiento por parte de las comunidades autónomas. La nueva ley puede tapar muchos agujeros legislativos y puede levantar la voz de un verdadero problema de salud pública. Sólo queda que el Ejecutivo ponga todos los medios a su alcance para que se cumpla la futura normativa.