Primero fueron los vendedores de fruta y los cuidadores de animales que se paseaban con su original mascota para que los turistas pudieran hacerse fotografías con ella, después las diversas atracciones acuáticas, y ahora es el turno de los masajes a pie de playa. Inmigrantes asiáticas han puesto de moda en la Platja de Palma esta práctica, que por supuesto no es legal. Agentes de la Policía Local, que patrullan la zona en bicicleta, señalan que es una de las actividades más denunciados esta temporada dentro de las que se llevan a cabo sin licencia.
A pesar de ello, son muchos los turistas y ciudadanos que se relajan gracias a estos masajes. Las chinas llegan sobre las 14.00 horas y a partir de esa hora recorren la playa de arriba a abajo en busca de posibles clientes. Nuestro compañero el periodista Pedro Prieto se prestó a ser uno de los clientes de estas «profesionales» del masaje, tal y como las definió tras recibir uno de ellos.
Vestidas de manera informal, llevan consigo únicamente un pequeño bolso en el que guardan una botella de aceite y un tarro de crema balsámica china especial para masajear las sienes. Ellas mismas informan a los turistas de su labor y ellos deciden si quieren o no. Son chinas que apenas hablan español o cualquiera de los idiomas que se mezclan en la playa y sólo saben decir «massage» y el precio del mismo. Un masaje de veinte minutos cuesta 10 euros y la verdad es que «merece la pena», tal y como nos aseguró Pedro Prieto. La masajista Lili inició el masaje por la espalda, los hombros y continuó por los brazos y las manos. La forma de realizar estos masajes es bastante precisa, ya que no se limitan a realizar simples movimientos con las manos sino que utilizan una técnica elaborada usando incluso los nudillos.
Samantha Coquillat