VA DE REFORMAS. De vez en cuando es un placer acercarse a la «zona cero» de las reformas de Palma y ver cómo van las obras. Es vocación de los ociosos y los curiosos, y también de los que de alguna manera tienen que dar información. Así que nos adentramos por S'Hort del Rey, que es desde donde mejor se puede ver una panorámica de las obras, y la primera sorpresa no tardó en llegar, pues al intentar hacer la foto y subir al murete, de apenas medio metro, nos entró el vértigo causado por un profundo y gran foso que se abría a nuestros pies y que parecía tener una fuerza de atracción, como si quisiera succionarnos y llevarnos hasta el fondo. Un lugar perfecto para los suicidas, porque no hay, o no había, barrera alguna que impidiera, involuntariamente o no, llegar hasta el borde. Es lo que tienen las obras públicas, que facilitan las cosas a los ciudadanos que quieran suicidarse, romperse una pierna o partirse la espalda, quien sabe si con la sibilina intención de, luego, exigir una suculenta indemnización.
MUY MONO. Desde la vera del «suicidiódromo» se puede observar cómo está quedando la reforma, y la acera con farolas muy funcionales y de diseño más o menos minimalista. La pregunta es si esas farolas habrán jubilado a las suntuosas farolas estilo «josemariarodriguezano», que tanto gustaron a su selecta clientela y que disgustaron «a los de siempre, que se oponen a todo». Deberemos esperar a que alguien nos informe si las susodichas farolas se instalarán de nuevo o serán enterradas en el cementerio de los propósitos, junto al proyecto de fuente cibernética, que nunca fue pero que, según se dice, la ciudad pagó.
INAUGURACIÓN. Así que, tal como van las obras, junto a las del Born que ahora empiezan, para la próxima campaña electoral (la actual, mejor dicho) todo estará en orden y libre de máquinas y obreros, y a punto de inauguración. Los ciudadanos, y los turistas, agradecerán la tregua de zanjas, ruidos y polvo, al menos hasta que empiece la siguiente legislatura, con la continuación de las obras pendientes y el comienzo de otras de nuevo cuño que sirvan para inaugurar algo dentro de otros cuatro años.
LA SEGURIDAD EN EL TEJADO. Al verle, pensamos que era el ángel de la veleta que había bajado para posarse sobre el tejado. Pero enfocando la cámara se distinguía un obrero de los que trabaja en la restauración del edificio de La Almudaina. El hombre estaba atado y bien atado al arnés, porque se trata de trabajar seguro y bien seguro. Así se hace.