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Tarde triunfal en Inca

Con un buen encierro, se otorgaron un total de ocho orejas y un benévolo rabo

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AMALIA ESTABEN
El coso inquer se llenó de público, algo menos que en años anteriores, sin que faltaran las alegres peñas que animaron los prolegómenos con sus cantos y sus «olas».

Había expectación por ver a los tres jóvenes diestros que se enfrentaron a una noble corrida de Los Eulogios, bien presentada y muy pareja.

Con verónicas lanceó a su primero Javier Conde, justito de fuerzas, que recibió un solo puyazo. Inició la faena con dos tandas de naturales templados enlazándola con otras series en redondo aplicando su personal estilo en los remates. Pero donde llegó al público fue toreando con la zurda muy despacio, recetando después un circular invertido rematando con el de pecho. Acabó de pinchazo, estocada y descabello. A su segundo no se le vio con el capote pero sí con la muleta, en una faena basada en la diestra plagada de plasticidad, aunque pudo lucirse en tres naturales. Estocada trasera y descabello para acabar.

Ferrera, que reaparecía tras su cogida, fue el máximo triunfador. Su labor capotera en ambos de su lote resultó vibrante, lanceando por verónicas, chicuelinas y recibiendo de una larga cambiada a su segundo. Su labor como rehiletero no defraudó. A su primero prendió tres pares de banderillas muy reunidos y a su segundo dos, muy entregado, más otro al quiebro poniendo la plaza en pie. La faena de su primero la basó en la diestra, pues no había lucimiento por el pitón izquierdo. Acabó de pinchazo y buena estocada. Buena faena la realizada a su segundo, con el que se sintió bien y pudo realizarle una faena variada, acompasada con detalles muy pintureros. Mató de dos pinchazos y estocada.

Manzanares, implicó ritmo y elegancia con el capote en sus dos toros. El piquero de su primero fue derribado y el caballo sufrió dos cornadas, siendo atendido y curado por los veterinarios. El joven demostró estar por encima del más complicado de la tarde, difícil y probón, pudiendo templar en varias tandas con la diestra de buena factura, a base de insistir. Acabó de buena estocada.

Con el que cerró plaza, que hubiera podido ser otro buen toro, salió trompicado del único puyazo y tras el primer par de banderillas se resintió mucho de los cuartos traseros. Con este toro se vio la clase que posee Manzanares con el capote -ceñidas verónicas, una rodilla en tierra y revolera-, aunque poco se le pudo ver, a pesar de aplicar una pausada lidia, dos tandas en redondo, a su inválido oponente.

Al echarse el toro optó por matar de una buena estocada.

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