La Platja de Palma en la zona de ses Maravelles ha recuperado ya el pulso habitual propio de la temporada alta, cuando el celebérrimo Ballerman 6 proyecta su imagen de dudosa reputación más allá de nuestras costas, impulsada por un juvenil turismo germano con ganas de marcha, sol y playa que por la noche ha decaido en su aspecto acústico.
En el momento de visitar la zona no vimos los grupos en masa dispuestos a absorber sangría de forma colectiva mediante cañas en cubos dispuestos a ser vaciados sin cesar, quizás debido a nuevas normativas municipales, como es el caso de la música que apenas suena este año. En la peculiar abadía ruinosa de cómic gótico del Megapark, vimos en pantallas gigantes la retransmisión de diversos acontecimientos deportivos.
El ambiente, pues, resulta este año más apagado, aunque abierto a todas las tendencias, y llama la atención la proliferación de tatuajes que vemos en todas las formas, ubicaciones y expresiones posibles en los turgentes cuerpos de las jovencitas al sol. A lo largo del recorrido se pueden observar distintos ambientes que van del turismo tranquilo a la altura del hotel Acapulco a la saturación de la zona de Llucmajor donde predominan los residentes.
Gabriel Alomar