La alcaldesa de Palma, la popular Catalina Cirer, inauguró ayer las reformas efectuadas en estos últimos meses en la Plaça d'Espanya. Las obras empezaron en febrero y tuvieron un coste de 352.212 euros. Acompañaban a Cirer los ediles Marina Sans, Pedro Àlvarez, José Manuel Sierra y Begoña Moragues.
La actuación más destacada ha sido la instalación de un pequeño estanque de 150 metros cuadrados a los pies de la estatua ecuestre del rey Jaume I, que estará dotado de iluminación nocturna. Cabe recordar que durante décadas hubo ya un pequeño estanque en ese mismo lugar, que fue retirado cuando se efectuó la anterior reforma de la plaza, ejecutada en la pasada legislatura.
Asimismo, se han vuelto a instalar cinco bancos diseñados por el arquitecto modernista Gaspar Bennàssar, tres de piedra y de hierro forjado, y dos sólo de piedra, junto a la torre meteorológica, que también fue diseñada por el mismo arquitecto. Este espacio será conocido como 'es racó de s'arquitecte Bennàssar'. Además, se ha incrementado la iluminación nocturna, se ha modificado la estructura de los parterres, ha aumentado el número de zonas ajardinadas y se han plantado tres palmeras.
Justo después de la inauguración, un joven que posiblemente pasa una parte importante de cada jornada en la plaza, se acercó hasta la alcaldesa de improviso, y cuando dos escoltas acudieron para hablar con él, la alcaldesa hizo un gesto con la mano indicando que no pasaba nada y que hablaría con este ciudadano, quien le dijo que el nuevo estanque parecía una fuente italiana y que, por tanto, la alcaldesa tenía que lanzar una moneda. Cirer le comentó que no se tienen que tirar monedas en una fuente, y esta persona le pidió que, por favor, lanzase una, «para que nos dé suerte». Entonces, le entregó una moneda de 20 céntimos, y Cirer la lanzó a la fuente. El joven abrazó luego a la alcaldesa por dos veces.