Parece ser que la ilegalizada Batasuna quiere volver a ser legal a partir de septiembre, algo que se veía venir teniendo en cuenta la rapidez con la que se están sucediendo los acontecimientos y, más aún, pensando en las elecciones del año que viene. Batasuna quiere cambiar de siglas y de estatutos, texto en el que deberían renunciar de forma rotunda a la violencia si quieren formar parte del sistema democrático español.
Tal vez lo haga, pero antes debería solucionar otros muchos problemas, como rechazar y condenar las cartas de extorsión que siguen recibiendo empresarios vascos y navarros, un asunto que parece le está poniendo las cosas difíciles al Gobierno.
El Ejecutivo de Rodríguez Zapatero recibe información puntual sobre el definitivo adiós de las armas, sobre la tregua anunciada por ETA. Los ciudadanos no sabemos más, pero lo que parece claro es que la tregua tendrá su precio político y comenzará con la legalización de una Batasuna que podría presentarse bajo otras siglas.
Zapatero sigue proclamando que utilizará todos los medios posibles para que el PP participe en el proceso de paz. Así debería ser pero, por el momento, las posturas están en dos extremos que díficilmente pueden encontrarse.
La paz debe llegar y llegará, pero Batasuna no debería correr tanto. Hay que esperar a que se den los primeros pasos para iniciar la negociación y, esencialmente, escuchar de los interlocutores de la banda su renuncia al uso de la violencia, algo que todavía no se ha producido. Ese debe ser el paso previo anterior a la «legalización» de Batasuna como un elemento más en la normalización política de Euskadi.