JAVIER J. DÍAZ
Los exámenes finales de junio ya han comenzado para la mayoría de estudiantes de Palma. Nadie quiere dejar escapar la ocasión de intentar aprobarlo todo y olvidarse de septiembre. Sin embargo, a la mayoría de estudiantes universitarios les han entrado en los últimos días las prisas. Ha llegado la hora de aprovechar al máximo el tiempo para estudiar. La mañana, el día... y hasta la noche.
Por esta razón, varias bibliotecas han ampliado su horario para poder recibir a los cientos de estudiantes ansiosos de memorizar los contenidos de sus asignaturas.
La Biblioteca Pública de Palma Can Salas y la de la Casa de Cultura cierran sus puertas estos días a las cuatro de la mañana. La de sa Riera abre de 8 a 5 horas. En la UIB, las siete bibliotecas del Campus abren de 8 a 22 horas entre semana. Los fines de semana, las del Ramon Llull y Gaspar de Jovellanos abren desde las 9 hasta las 21.00 horas. Además, sábados y domingos hay habilitadas aulas para el estudio por la noche en el Anselm Turmeda.
La biblioteca más apreciada por los alumnos sigue siendo sa Riera, convertida en un verdadero centro de estudio social. Habituada a que esté siempre llena por la tarde, en esta época, a las 22.00 horas no cabe un alma.
Los pasillos y la puerta de entrada parecen un hormiguero debido a las decenas de jóvenes con mochilas y carpetas llenas de libros y apuntes que aparecen por todas partes.
Con la llegada de la noche cerrada, la marcha no cesa. Sa Riera se convierte sobre la medianoche en un auténtico ir y venir de chicos y chicas. Una marabunta dividida entre los que se van (que llevan toda la tarde estudiando y prefieren dormir por la noche) y los que llegan (con el estómago lleno después de haber hecho un paréntesis para la cena).
A la una de la madrugada el ambiente está cargado. «Es la primera vez que vengo este año aquí y está llenísima. He tenido que irme a Can Salas un rato porque no cabía», explica Natalia, estudiante de Educación Social.
«Fuera hay mucho jaleo, pero dentro hay bastante respeto, hay silencio», admite. Alberto, estudiante de Química, es adicto a sa Riera. «A partir de las 23.00 horas es lo mejor, hay mucho silencio y no hay tanta gente que entra y sale como por la tarde», apunta. Los pasillos rebosan gente, el bar siempre tiene mesas llenas. Sa Riera es la reina de las bibliotecas. No hay más que hablar.