Su frágil belleza y delicadeza de trato contrastan con la fuerza con que te aprieta la mano cuando te saluda. Enfermera de profesión, Gerlinde Kaltenbrunner dejó de cuidar a los demás para exponer su vida en la carrera de las 14 cimas de más de ocho mil metros en la cordillera del Himalaya, donde se ha graduado como la mejor escaladora, por delante de la escaladora vasca Edurne Pasabán. De hecho la austríaca ya lleva culminadas nueve cimas, una más que su inmediata competidora. Kaltenbrunner llegó el jueves pasado al campo base para escalar en los próximos días el Lhotse (8.516 m) -su décimo ocho mil- con su compañero, Ralph Dujmovits, y el japonés Hirotaka Takeuchi, con los que acaba de ascender al Kanchenjunga. «La montaña es mi vida y mi pasión. Incluso ahora, que soy una profesional de la alta montaña, continúo escalando por placer. Pero el dinero y los patrocinadores son necesarios para mantener el estilo de vida que más me gusta. No me veo trabajando de nuevo en el hospital», declaró la escaladora.
Nacida hace 35 años en la localidad de Spital Amo Pyhrn (Oberòsterreich, Alta Austria), la escaladora se inició en el excursionismo a los siete años y a los trece ya escalaba. En plena adolescencia descubrió durante un viaje al Pakistán el macizo del Karakorum, que «me dejó fascinada, especialmente la silueta del K-2». A los veintidós años, Gerlinde Kaltenbrunner ya había hecho la cima secundaria del Broad Peak y cinco años más tarde el Ama Dablam. Su primer ocho mil llegaría en 1998, el Cho Oyu, aunque hasta 2003 no iniciaría su carrera profesional con la ascensión al Nanga Parbat, cima coronada por primera vez por el también austríaco Hermmann Bull el año 1954 en solitario.
Si la de Bull supuso uno de los hitos más importantes del himalayismo a mediados del siglo pasado, la de Kaltenbrunner representó la primera escalada de una mujer austríaca a esta montaña paquistaní. Su gesta tuvo una gran repercusión mediática. Su reto más inmediato es alcanzar el Lhotse. Después podrían venir el Everest, el K-2, el Daulaghiri y el Broad Peak (la cima principal). En cuanto a la manera de ascender a la cima más alta de la Tierra, la austríaca declaró que «lo haré sin oxígeno y por el Couloir Hornbein», aunque ya lo probó sin éxito el año pasado. Cuando se le pide sobre la competitividad mediática que se ha establecido entre ella y Edurne Pasabán, Kaltenbrunner asegura que «yo no hago carreras con nadie, tampoco me interesa ser la primera. Hago mi camino y procuro experimentar ahora el mismo placer que sentía cuando empecé a escalar». La austríaca podría hacer cima sobre el Lhotse a finales de esta semana, siempre que el tiempo lo permita. Oli y los dos Tolos llegarán hoy a Namche, la capital de la región nepalí de Solu-Khumbu. Ayer partieron del campo base y pasaron la noche en Periche (4.240 m.). El inicio de la marcha de retorno a Katmandú se hizo en medio de una espesa y húmeda niebla que hizo más larga y más fría esta primera etapa. Mañana, los expedicionarios seguirán su camino hacia Lukla, donde se encuentra el aeropuerto que conecta la capital nepalí con esta importante área del Himalaya. La coincidencia con el final de la estación de las grandes expediciones y con la retirada de los grupos de expedicionarios que recorren esta época la zona podría suponer un grave tropiezo para la agenda de los mallorquines. Recordemos que los mallorquines coronaron la cima del Everest el pasado 18 de mayo. Oli y Tolo Calafat, con la ayuda de la expedición «Mallorca a dalt del tot», pusieron la bandera mallorquina en el techo del mundo. A partir de ese momento, inciciaron el descenso para regresar a casa en breve.
Joan Carles Palos