Una vez más recibimos noticias negativas sobre la situación económica y, por tanto, social de los ciudadanos de estas Islas. Debido a que, en el pasado, los trabajadores y las empresas de las Islas, en importantes sectores, cotizaron por debajo de otras zonas, ahora los pensionistas de Balears reciben una paga sensiblemente inferior a los de otras regiones del país, en concreto casi un diez por ciento menos que la media nacional. Pero hay comunidades cuyos pensionistas perciben pagas muy generosas en relación a la media, por lo que la comparación entre quienes más cobran y quienes menos resulta sorprendente.
En el País Vasco, que goza de un grado de autogobierno muy superior al resto y suele arrojar los indicadores económicos, sociales y culturales más positivos de la nación, los pensionistas cobran 803 euros al mes. Aquí, en Balears, cobran 578 euros. La diferencia es demasiado grande, apabullante, porque en un momento dado puede marcar la diferencia entre una vida holgada con cierto bienestar y una vida austera en la que se registren algunas carencias.
Y ningún gobierno puede permitir que nuestros pensionistas -que son al fin y al cabo quienes no pueden hallar ingresos en otras fuentes- se vean obligados a reducir su calidad de vida por unas pensiones que no se ajustan a las necesidades reales del momento.
Los 91.000 pensionistas que viven en Balears merecen un esfuerzo por parte de las autoridades para, al menos, suavizar esas enormes diferencias que sufren solamente por el hecho de vivir aquí en lugar de hacerlo en otra comunidad autónoma. Encontrarnos en el furgón de cola junto a regiones como Galicia, Extremadura y Murcia resulta una incongruencia si tenemos en cuenta que la renta per cápita balear es elevada, al igual que el nivel de vida.